María la Baja. Siendo las ocho y media de la mañana, con un sol inclemente y una temperatura cada segundo más elevada que el anterior, clima característico en la mayoría de los pueblos del Caribe colombiano, llegó el equipo del proyecto “Laboratorios Vivos de Innovación y Cultura” a la casa de cultura del municipio, en la cual ocurrían los preparativos para lo que sería la “Feria Cultural Viva” y que estaba a cargo de los mediadores de los módulos de Usos y Apropiación de la Cultura e investigación-creación: los maestros Nemecio Berrio y Joy González.
En algún lugar de la Casa de Cultura se escuchaba el sonido inigualable de un tambor bien tocado, el sentido auditivo se activó y caminamos en modo zombie, hipnotizados por el sonido hasta la entrada. Ahí, casi de inmediato, llegó quien tocó el llamador y quien tocó el guache, pero faltaba algo y ese algo fue emergiendo conforme transcurría el sonido del tambor: los bailarines de bullerengue que se integraron poco después.
Mientras en el auditorio principal a primeras horas se nota el trajín logístico que implica poner en funcionamiento los stands, donde estarían los productos culturales y las ideas de proyectos culturales dispuestos a ser mostrados por cada uno de sus creadores, a lo lejos se vería llegar a la cantadora de bullerengue y quien haría la introducción de la presentación: Pabla Flórez.
Pabla Flórez con su distinguido y sentido cantar de bullerengue, hace la apertura a lo que fue la primera Feria Cultural Viva, y por un momento todos quedamos en silencio y se nos olvida que la temperatura del sitio se siente más cuando uno está pegado a otro en el auditorio, y es que algo de cierto tienen las palabras de Adlay Cantillo que dice “El bullerengue es difícil de explicar pero muy fácil de sentir”.
Los actos seguidos serían protocolarios, mientras los rostros de los asistentes, en su mayoría niños, se les nota la impaciencia por ver los actos culturales que se desarrollarían durante toda la mañana de aquel veintiocho de junio. Culminado este formalismo, los stands listos y los creadores de productos en su sitio se realizó un tour por cada uno de ellos. Aquí los colores predominaron en la primera Feria Cultural Viva, lo digo por los turbantes de Alexandra Marimón, también por los adornos en los peinados y por los productos hechos en material reciclable.
Definitivamente sí fue una feria, aquí se vieron productos culturales que en su mayoría fueron micro-documentales, pero que dio lugar a mezclas de aires musicales como la hecha por Elkin Fuentes, él fusionó hábilmente el bullerengue marialabejense, la champeta urbana y el vallenato sabanero, a esta mezcla la llamó “Allá va”, en ese mismo sentido la “Feria Cultura Viva” fue vitrina de las muestras culturales que se desarrollan en la Casa de la Cultura del municipio, que después de palenque, es el de mayor población afro del departamento de Bolívar.
Con la satisfacción del deber cumplido y saciada el hambre cultural propia de cada uno de los integrantes del equipo del proyecto de Laboratorios Vivos de innovación y cultura, nos despedimos momentáneamente de este majestuoso pueblo de Bolívar, sin más que entregarles nuestros más sinceros agradecimientos, no sin antes mencionar que más que la alta temperatura lo que recibimos fue la calurosa y emotiva participación de la gente de este pueblo en la Feria Cultural Viva.