“Mucha gente pequeña
en muchos lugares pequeños
harán cosas pequeñas
que transformarán al mundo”.
Leo Buscaglia
La llegada de esta etapa de culminación de las actividades del proyecto Laboratorios Vivos de Innovación y Cultura en los municipios de Clemencia y María la Baja, nos recuerda hoy que cerrar ciclos, aunque a veces supone un proceso difícil, es una parte importante de la vida que nos invita a prepararnos, sin miedos, para empezar una nueva etapa, tener otras experiencias, y vivir un montón de situaciones diferentes que nos llevarán a crear historias nuevas.
Este proceso de cierre se nos presenta hoy como un caleidoscopio que, a través de espejos inclinados, láminas de vidrio, y movimiento, nos muestra imágenes multiplicadas simétricamente sobre nuestra experiencia en la implementación de esta iniciativa. Es así como, vuelven a nosotros personas, historias de vida y momentos inolvidables que compartimos, como equipo del proyecto, con los participantes del programa de formación y la comunidad en general: el lanzamiento del proyecto en los municipios; los trabajos de campo; las actividades de creación ligadas al programa de formación como la popularización, los festivales culturales, las muestras audiovisuales; las actividades de acompañamiento a los participantes entre las que se destacan los talleres de emprendimiento, de periodismo cultural, las jornadas de apropiación social de la ciencia, etc; el simposio internacional; la rueda de negocios; y la muestra museográfica.
Habiendo impulsado la recuperación, el conocimiento, reconocimiento, apropiación y valoración de estas comunidades, de su patrimonio cultural material e inmaterial, y destacado sus historias y el potencial en materia social, artística, creativa y cultural; hemos conseguido, a través de la investigación, formación, comunicación, inclusión productiva y el acompañamiento técnico y psicosocial, impactar la vida de los clemencieros y marialabajenses, y ellos la nuestra. Logramos construir un puente que nos posibilitó un intercambio de doble vía de saberes que permitió aprender juntos; además, nos unió en un esfuerzo colectivo para trabajar en torno a un sueño compartido de investigación y apropiación social del conocimiento, innovación social, emprendimiento cultural, empoderamiento ciudadano y transformación social con miras al desarrollo de estas comunidades desde la cultura.
Los Laboratorios Vivos llevaron a los participantes y a nosotros, como equipo del proyecto, a impulsar nuestras mentes y corazones hasta los confines de lo que somos capaces, permitiéndonos ser libres para experimentar, soñar y hasta para equivocarnos. Como parte fundamental del camino de un aprendizaje que, en lugar de llenarnos de datos temporales, nos conduce a nosotros mismos; este proyecto nos invitó a descubrir quiénes somos y qué podemos aportar al mundo para, desde nuestra pequeñez, transformar su inmensidad, como una de las actividades más apasionantes de la vida. De esta manera, llevándonos a vencer miedos y cualquier resistencia al cambio, los laboratorios nos mostraron, especialmente a los clemencieros y marialabajenses, que somos los autores de nuestro destino y que debemos actuar en consonancia con esta realidad, confiando y respetando nuestro potencial creativo.
Después de apostar por esta iniciativa y trabajar juntos en torno a ella, tenemos la certeza de haber hecho nuestro mejor esfuerzo para culminar exitosamente este camino que emprendimos. Nosotros, gente pequeña, en lugares pequeños como Clemencia, María la Baja y Cartagena (Bolívar), logramos hacer cosas pequeñas que transformaron el mundo para muchas personas que reconocieron, valoraron y se apropiaron de su potencial y el de sus comunidades, y que decidieron apostar por lo que creen; de ahí, que los Laboratorios Vivos sean la oportunidad que se encontró con los sueños.
Por último, esta etapa de cierre del proyecto, nos invita a sonreírle a la posibilidad de emprender un nuevo camino; y, nos recuerda, en palabras de Leo Buscaglia que “el mundo es un fabuloso tapiz a medio hacer, y sólo nosotros podemos llenar ese minúsculo espacio que es nuestro”.